Es posible que yo haya nacido con doble pecado original, no que ambos sean míos sino más bien que uno es inherente a mi persona y el otro es algo más arbitrario en cuanto a quién le pertenece.
Pero de cualquier forma, lo tengo a cuestas.
Me desespera lo lento que me está consumiendo el hartazgo, y solo por momentos deseo una muerte violenta: quiero conducir escuchando una canción ridícula de pop ochentero y estrellarme en la Glorieta de Camarones. Que mis vísceras sean eyectadas y que las fotografías de mi magullada carne adornen la portada del primer CD de un proyecto malísimo de brutal death metal. Solo entonces podré sentarme a descansar y suspiraré satisfecha.
Pero habrá que conformarse con lo que hay.
All the lonely people. where do they all belong?
Comentarios
Publicar un comentario