Sobre la necesidad de desaparecer

Hace unos días, más en contra de mi voluntad que de otra forma, terminé viendo un video de los restos de una persona que se arrojó a las vías del metro. Pese a que tenía los lentes puestos, no distinguí nada más que una masa amorfa de carne, grasa y vísceras revolcadas en el balasto, incluso los paramédicos deben tomar pedazos de esa persona de entre las vías hasta que sale algo que parece un intestino, luego una pierna.

Esa masa inerte de carne regada en las vías alguna vez fue el bebé de alguien. Alguna vez fue arropado con cariño, abrazado, esperado, besado, perdonado, felicitado. La decisión de saltar para recibir el golpe de un objeto de varias toneladas a una velocidad considerable, detenerlo todo con un dolor enorme para inmediatamente después de ello venga la nada. Tranquilidad, silencio y lo que imagino que debe ser una sensación cálida.

Hoy desperté de una pesadilla larguísima en la que unas personas se llevaban a alguien que quiero y posiblemente le habían hecho daño, y entre la trama retorcida me encontraba yo en su casa esperando a recibir noticias de su regreso mientras sonaba "Cartoons and vodka" de Jinkx Monsoon.


You see, I'm tired (she's tired)


No pretendo que alguien lea esto y lo interprete como una sob story más ni nada por el estilo, es más un ejercicio de catarsis luego de situaciones varias que me han aquejado este fin de semana. A veces, como en estos días, comprendo que he sobreestimado mi presencia en la vida de otros, lo cual no está mal porque nadie está obligado a nada, sin embargo pesa darse cuenta de ello por uno mismo y estrellarse contra ese vidrio que no sabías que estaba ahí. Yo misma me he cansado de eso, llevo poco más de 27 años escuchándome a mí misma y es por ello que comprendo con toda sinceridad que sí es cansado, sí es repetitivo, sí es molesto. Dejemos de fingir que no con tal de no incomodar.

He pensado en aligerar la carga, en experimentar la violencia que proporciona el ganarse el silencio total.


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