[Escribí esto originalmente el 3 de octubre de 2017 en una serie de tweets que se recuperaron el 18 de octubre de 2018.]
Estaba tragando papitas detrás de los salones, porque qué pena sentarse sola en las mesas de la cafetería (irrelevante, vayamos al grano): pasa que algo me "obliga" a mirar el pasillo de adoquín por el que casi nadie camina.
Nadie va por ahí porque ya hay un pasillo principal que te lleva a la planta piloto, laboratorios, cafetería, etc.
Hay un canario muerto sobre él.
Mi intención es terminar de comer mis papas para después enterrarlo. Y observar.
Justo en ese instante, casi por arte de magia todo mundo empezó a caminar por el pasillo del canario.
El amarillo del frágil cadáver resalta sobre el adoquín sucio, lleno de colillas y ramitas de los árboles cercanos.
Me encuentro a tres metros de él.
En mi ingenuidad, creo que los transeúntes notarán al ave y evitarán pisarla, mínimo.
Todos van riendo, platicando, empujándose.
"¡No traje la acetona para labo!"
No reparan en la manchita de un -irónicamente- vivo color.
Sin embargo, por mero azar pasan cerca de ella sin pisarla.
Sigo observando.
Más gente.
Igual de eufóricos.
Igual de idiotas y nauseabundos.
Una chica casi pisa al canario. Roza con su pie sus alas rígidas y flexionadas.
Termino de comer.
Dirijo la mirada al ave y voy al bote a tirar la charola y busco una servilleta para envolver al pájaro. Una parejita juguetea mientras van por el pasillo gris.
Regreso y verifico que nadie más se ha lo ha llevado (pensé que algún biólogo lo querría para sus cosas de biólogo).
Sigue ahí: llamativo y lastimero.
Lo han pisado.
Sus tripas le dan un contraste terrible a su plumaje. Su cráneo está roto y su ala derecha se encuentra medianamente desprendida. Lo envuelvo en papel, pero las tripillas y la sangre dejaron un rastro el cual no puedo limpiar. Le di entierro junto una pequeña rotonda.
El ave (creo que) ya descansa en paz, de vuelta en la tierra.
Hay un charquito seco con pequeños trozos de vísceras pegados al adoquín.
El flujo de gente ha disminuido.
Yo sigo asqueada.
¿Vieron al ave y la pisaron de todas maneras, creyendo que no importa, pues ya no vive? ¿No la vieron por estar tan metidos en sus asuntos, en sus interesantísimos asuntos? Pude haberlo evitado de no quedarme sólo observando y comiendo basura.
(Me odio por no haber actuado).
Por ahora, sólo puedo elaborarme analogías y metáforas con el canario de un amarillo brillante y el pasillo sucio de adoquín.
(Las cuales ni yo misma puedo comprender del todo).
La gente dejó de pasar. Todos van a la clase de las 3.
Yo sigo asqueada. Y no es por la sangre ni las vísceras del pasillo de adoquín sucio.
Estoy en mi salón por ahora y noto una lluvia ligera y mientras tanto todos estamos absortos en nuestros interesantísimos asuntos.
Tal vez la lluvia se lleve el charquito de sangre y las tripas pegadas al suelo.
Yo sigo asqueada.
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