Entre más rápido acepte que no le importo a nadie, más fáciles serán las cosas. Es un disgusto tener que encontrarse con la idea de que sobreestimo mi papel en otras vidas, y cuánto más si yo misma me soy repugnante.
Hoy, de manera muy particular, no tengo la menor idea de cómo me siento. Es como un letargo extraño, molesto, desesperante. Quiero arrancarme todo el cabello, sumergirme, no existir, lo que sea con tal que quitarme está sensación de encima que no está del todo en mi cuerpo. No hay nada que pueda reconfortarme, y aunque gritara todo lo que tengo que gritar, la voz nunca saldría de mi boca.
Lo que no se expresa se pudre, y de cualquier manera mis vísceras se están llenando de gusanos.
No hay nada. Nada nada nada nada nada.
Lo más lógico sería buscar ayuda, pero de verdad podría servir de algo? No hay nadie a quien pueda recurrir y no porque crea que no existe gente que me tiene aprecio, pero aún así se siente más como una carga o una obligación y siempre he odiado ser un saco de piedras al que hay que llevar a cuestas o ser el pobre ciervo lastimado al que hay que vigilar porque no queda de otra.
Todos los días es lo mismo: abrir los ojos y sentirme drenada hasta del más mínimo atisbo de motivo, como sentir una montaña encima apenas se recobra la consciencia. Actuar en forma automática y sin embargo el flujo de pensamientos no da tregua, se lleva cualquier impulso positivo y me restriega en la cara lo impotente que soy, haciéndome sangrar. El único refugio que queda es el movimiento y la visión, pero todo es repetitivo, vulgar y carente de sentido.
El pasar del tiempo es pesado y cruel, y yo solo quiero hacerme bolita en un resplandor cálido, tornasol y suave, de brisa marina.
Comentarios
Publicar un comentario