Hay algo demasiado familiar en todo esto. Hace un mes con seis días supe que ya había sido suficiente tras eventos desafortunados que acontecieron de forma repentina y porque esta oleada de muertes en otoño e invierno despertaron una parte de mí que de alguna manera logré suprimir por un tiempo.
Primero vino una oleada de suicidios en el metro: uno en Auditorio, otro por allá y otro más lejos (y creo que el de Auditorio fue aquel cuyo video de su cadáver destrozado provocó gran conmoción en mi persona). Después vino una chica desahogándose en un grupo dejando a su vez una despedida que pudo ser el comienzo del segundo clavo colocado en mi ataúd. En la noche del 25 de octubre y la madrugada del día 26 vino a mí completamente dócil y silenciosa la idea de soltarme de todo, con todo sosiego decidí que dejaría terminado un examen para el día 28 y a partir de ahí pasaría lo que tuviese que pasar.
Luego vino el hundimiento del día 27, y en completa desesperación, no tengo idea de cómo fue que llegué a las escaleras de metro Chabacano, pero una vez ahí perdí toda templanza que traté fingir cuando una chica se giró hacia mí para tomarme de la mano y preguntarme si todo estaba bien. Posteriormente me abrazó como pudo y sé que después me llevó al pasillo de correspondencia, me pidió respirar y sin yo decir nada al respecto me volvió a tomar de la mano para decir algo como "¿ya viste cómo estás? Sea lo que sea, no vale la pena ponerse así".
Me acompañó hasta que pude abordar mi tren, tal vez obligada por la idea de que tendría cierto cargo de consciencia agobiándola si después veía que alguien se tiró al paso del tren en esa estación. Me dijo que su nombre era Mayeli, iba camino a Pino Suárez y a cambio de su amabilidad espontánea le ofrecí mis disculpas y pedí a Dios que guardara a esa joven bajita de todo mal.
Llegó el día 28 y tal cual lo había pensado transcurrió la primera parte de la tarde: desperté, resolví el examen, me bañé con agua fría y me retiré de la casa, todo sin emoción alguna pero con el firme propósito de dar fin a lo que sea que estuviera ahí dentro de mí.
No había algo concreto planeado pero sí una vaga idea de cómo quería que fuese, y ahora con la cabeza fría pienso que tomé una decisión precipitada, pues no realicé los cálculos necesarios y por lo tanto mi preparación de último momento fue insuficiente. ¿Qué sentía Cristo al caminar hacia el Gólgota? ¿Por qué equiparé mi vacío interior al sufrimiento de Cristo? Distraje el pensamiento blasfemo y repetí mentalmente un fragmento de una canción que me ha acompañado por años.
Fuera de eso, no pude pensar en más, puse mis canciones favoritas de Alcest y me dirigí a uno de mis lugares favoritos del mundo con el instrumento de mi tortura ya en mis manos, y al llegar y notar que el cielo estaba muy despejado y que la ciudad se veía nítidamente, comencé a llorar. Debía hacerlo a como diera lugar.
N'aie crainte, à présent tout est fini
Laisse couler tes larmes une dernière fois
Pour à jamais en être libéré
Et rejoins le monde d'où tu viens
Poco a poco el cielo se oscureció, y con el atardecer dejé que la música cesara. A lo lejos se veían algunos fuegos artificiales en distintos puntos, usuales para esa fecha pero era extrañamente bello verlos aquí y allá a la distancia. La gente seguía paseando a sus perros, abordando el camión o conversando. Mientras tanto, mi mirada estaba fija en el paisaje, sin sentir nada, en silencio, dejando que las lágrimas fluyeran una y otra y otra vez. "¿Puedes hacerlo o no?".
Me acobardé tras una hora de juguetear con el veneno, unos 15 minutos antes un perro callejero de color negro se acercó amistosamente y se acurrucó a mi lado, su mirada era tranquila y parecía transmitirme cierto consuelo. El teléfono no dejaba de sonar, el timbre me aturdía más y más pero la visión borrosa y las manos temblando no cooperaban. Y ahí cometí el segundo error (¿o acierto involuntario?): al tratar de desviar una llamada que se repitió al menos diez veces, contesté y escuche una voz bien conocida con sollozos. Más tarde otra voz, preocupada pero firme. Mis manos se sentían frías, mi cabeza estaba nublada, pero me rendí. En mi cabeza, muy a lo lejos, sonaba Monkberry Moon Delight, muy acorde al sinsentido que se seguía abriendo paso en mi ser.
Ese día me entrevistaron cuatro psiquiatras y dos enfermeros, al día siguiente fueron otros tres psiquiatras y un enfermero, la semana siguiente fueron otros dos psicólogos y un psiquiatra.
Se siente raro en general, pero también me siento frustrada.
Vino la hipervigilancia, más tarde los mensajes varios, las curiosidades, la información yendo de un lado a otro, los papeleos, los malentendidos... pero continúa mi silencio interno.
Aquí estoy. No me maté, fracasé en abrir la boca y engullir el veneno que me haría desangrarme. Me ganó el sentimentalismo, también la cobardía. ¿Y ahora qué? El capricho de vivir fue cumplido. ¿Y qué sigue?
I've survived, I speak, I breathe, I'm incomplete
I'm alive, hurray!
You're wrong again 'cause I feel no love
Does anyone ever get this right?
¿Qué es entonces lo que sigue a todo esto? ¿Actuar como si nada? "¿Continuar con el día a día?"
Se supone que para el día 17 de diciembre, aproximadamente, todo tiene que marchar bien con mi cabeza. No más ansiedad, no más vacío, no más desesperación, no más pensamientos entrecruzándose todo el tiempo, no más ganas de gritar sin que salga la voz, no más silencio interno. Hay que hablar una hora a la semana con alguien para aprender a vivir conmigo misma. Deben tomarse los medicamentos con estricto cuidado. No hay que acercarse a objetos punzocortantes, ni a las vías del metro. Tampoco acceder a sustancias nocivas. No hay que salir sin acompañamiento ni constante vigilancia. Números de emergencia, contactos de confianza, citas médicas, referencias a este o aquel hospital. Un día asignarme como un peligro para mí misma y al otro no, repitiéndose el ciclo. Un día bueno por 364 malos. Esperar lo mismo todo el tiempo.
La constante es el cansancio de existir, pero hablar reduce el peso de los malestares, tengo que hacer algo que me guste, debo alimentarme bien y tomar el sol, respirar pausadamente cuando tenga ganas de enterrarme una navaja en el cuello. Salir con amigos indiferentes seguro me hará mejor. Hay que trabajar a marchas forzadas.
El día 26 de octubre quise comentar algo en SaSu, para lo cual tuve que hacerme una cuenta. Uno de los requisitos para ser aceptado es responder a la pregunta de por qué quieres unirte. ¿Para qué más querría entrar a ese sitio? En unos minutos me llegó un correo del sitio: mi solicitud fue rechazada porque mi respuesta no fue suficiente. En ese momento la ansiedad se vio brevemente interrumpida por una carcajada causada por la ironía del asunto, es como esa clásica anécdota de la persona que llama a la línea de ayuda buscando apoyo para no matarse solo para que su llamada no sea respondida y que luego esa persona opta por reír un poco e irse a dormir.
Pero despierta al cabo de un rato, ¿y qué sigue?
Continúo preguntándome qué demonios sigue, por qué se ha alargado tanto todo esto. Leí a una chica que puso algo como que añoraba sentir "the peacefulness of nothing" tras colgarse del techo de su habitación.
Alguien me dijo que no quiere obligarme a vivir una vida que no quiero vivir. ¿Pero qué demonios sigue entonces?
I can't see the meaning of this life I'm leading
I try to forget you as you forgot me
This time there is nothing left for you to take, this is goodbye
Summer is miles and miles away
and no one would ask me to stay
And I should contemplate this change
to ease the pain
And I should step out of the rain
turn away
Close to ending it all I am drifting through the stages
of the rapture born within this loss
Thoughts of death inside tear me apart from the core of my soul
Summer is miles and miles away
and no one would ask me to stay
And I should contemplate this change
to ease the pain
And I should step out of the rain
turn away
At times the dark's fading slowly
but it never sustains
Could someone watch over me
in my time of need?
Summer is miles and miles away
and no one would ask me to stay
And I should contemplate this change
to ease the pain
And I should step out of the rain
turn away
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